Lenguaje, liderazgo y visibilidad: claves para la participación femenina en el deporte internacional

Lenguaje, liderazgo y visibilidad: claves para la participación femenina en el deporte internacional

El deporte ha trascendido su función competitiva para convertirse en una poderosa herramienta diplomática, cultural y mediática.  Eventos como los Juegos Olímpicos, la Copa Mundial de la FIFA o los Campeonatos del Mundo reúnen a deportistas, entrenadores, medios y aficionados de más de 200 países, comunicándose en gran variedad de idiomas. Sin embargo, se establecen estructuras oficiales: el Comité Olímpico (COI) emplea sólo dos idiomas oficiales (inglés y francés), y cinco lenguas de trabajo (árabe, alemán, ruso, español y, ocasionalmente, la lengua local). Esta restricción se ha ido superando con servicios multilingües en más idiomas, según cada sede.

Detrás de cada rueda de prensa, ceremonia o encuentro técnico hay un sistema complejo: cientos de intérpretes, traductores y voluntarios lingüísticos trabajan para evitar malentendidos diplomáticos o técnicos. Las host cities incluso diseñan programas de formación lingüística dirigidos a deportistas y delegaciones para asegurar una comunicación fluida.

Impacto en el rendimiento deportivo

Una comunicación eficaz en contextos internacionales implica no solo el conocimiento de un idioma, sino también habilidades interculturales, respeto por la diversidad y conciencia del impacto de cada mensaje en audiencias diversas. Desde ruedas de prensa hasta conversaciones en la Villa Olímpica, pasando por reuniones técnicas y entrevistas en zona mixta, dominar el código lingüístico y sociocultural se convierte en una competencia estratégica. Las instituciones deportivas, conscientes de ello, cada vez impulsan más programas de formación en idiomas y cultura, especialmente entre las nuevas generaciones de deportistas.

Una investigación centrada en deportistas de Malasia demostró que su bajo nivel de inglés obstaculizaba la comprensión de instrucciones tácticas, generaba sanciones y bloqueaba oportunidades mediáticas o publicitarias. Esto subraya que, en la élite, el dominio de los idiomas es casi tan crucial como la preparación física.

Visibilidad de las mujeres: cifras, narrativas y liderazgo

  • Brecha de cobertura

Aunque las mujeres representan cerca del 40 % de los y las participantes en eventos como los Juegos Olímpicos (París 2024 fue la primera edición con paridad numérica plena), la visibilidad mediática dista mucho de reflejar esa realidad. Solo el 16 % de la cobertura deportiva internacional se dedica al deporte femenino, y en algunos países esta cifra no supera el 6 %. Esta desproporción no solo limita el reconocimiento del rendimiento femenino, sino que perpetúa una narrativa desigual. Mientras los hombres suelen ser descritos en términos de potencia, velocidad o estrategia, los relatos sobre mujeres deportistas se centran con frecuencia en aspectos personales o estéticos, como la maternidad o la apariencia física. Frente a esta tendencia, iniciativas como “20×20” en Irlanda han demostrado que es posible revertirla: en apenas un año, lograron aumentar en un 50 % el espacio digital dedicado al deporte femenino, impulsando una representación más justa y completa.

  • Impacto social de la visibilidad

La cobertura del deporte femenino no solo informa: también genera referentes positivos, fomenta modelos de éxito más diversos y amplía la participación de niñas y jóvenes en el deporte. Según ONU Mujeres (UN Women), el 88 % de los espectadores considera a las deportistas figuras influyentes con capacidad real para transformar mentalidades.

Ahora bien, la forma en que se narran sus trayectorias es decisiva. Describirlas desde una perspectiva técnica y emocional (y no solo estética o anecdótica) ayuda a desmontar estereotipos aún presentes en la cobertura mediática. En los Juegos Olímpicos de Río 2016, muchas atletas fueron mencionadas con lenguaje impreciso o genérico, frecuentemente en masculino neutro y sin aludir a su rendimiento específico.

A ello se suma el gender-bland sexism, una forma de sesgo que minimiza los logros femeninos mediante comentarios neutros o desprovistos de énfasis, en contraste con el relato épico que suele reservarse a los hombres. Visibilizar no basta: hay que narrar con justicia, profundidad y rigor.

  • Presencia femenina en cargos de decisión

Aunque el Comité Olímpico Internacional alcanzó en 2023 un 41 % de representación femenina, solo el 26,9 % de los puestos directivos en federaciones internacionales están ocupados por mujeres. Apenas tres federaciones (golf, tenis de mesa y triatlón) tienen actualmente una presidenta. Esta infrarrepresentación se extiende también al ámbito académico y científico, donde las mujeres apenas superan el 25 % en cuerpos editoriales e investigaciones especializadas.

Más allá de las cifras, persisten barreras informales, como las redes de poder excluyentes, que dificultan el acceso femenino a espacios de decisión, según apunta un estudio de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología (NTNU). Frente a ello, iniciativas como SIGAWomen, HeForShe o la Association for Women in Sports Media apuestan por la mentoría, la formación y el acompañamiento profesional como vías para reforzar el liderazgo femenino en todos los niveles del ecosistema deportivo.

Conexión entre dominio del inglés y el empoderamiento femenino

Relacionar la destreza lingüística con la construcción de una narrativa sólida no es accesorio, sino estratégico. Una deportista que se expresa con fluidez en varios idiomas amplía su capacidad de influencia en entrevistas, fortalece su marca personal ante patrocinadores y consolida una narrativa autónoma, sin intermediaciones ni reducciones.

Esta competencia comunicativa es también una herramienta poderosa contra el gender-bland sexism. Cuando una mujer articula su experiencia desde el conocimiento técnico y la emoción bien encauzada, desplaza relatos centrados en lo superficial y gana autoridad frente a discursos que aún insisten en lo estético o anecdótico.

Narrativas bien construidas en inglés (el lenguaje que prima en estas competiciones), sustentadas en datos, logros y convicciones, no solo mejoran la percepción pública, sino que permiten participar en redes profesionales y espacios de decisión en condiciones de igualdad. Ejemplos como el de Allyson Felix, quien lideró la creación de guarderías en entornos olímpicos, o Aly Raisman, activa en la sensibilización sobre salud mental en el deporte, demuestran que comunicar con claridad, conocimiento y propósito abre nuevas vías de liderazgo dentro y fuera del terreno de juego.

Recomendaciones

  • Diseñar cursos específicos de comunicación deportiva (oral y escrita) en inglés u otras lenguas para aumentar la autonomía en entrevistas oficiales y técnicas.
  • Incluir entrenamientos en habilidades mediáticas narrativas para fortalecer la voz propia frente a medios y público.
  • Fomentar diversidad lingüística en agencias de prensa y clubes para romper sesgos y ampliar competencias femeninas.
  • Expandir presencia femenina en roles técnicos e institucionales para mejorar representación y visibilidad a diferentes niveles.

 

Alba Domínguez Bravo

Fuentes:

Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA), sección de programas de desarrollo femenino

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